viernes, 23 de febrero de 2007

De los Evangelios Apócrifos


No soy misántropo, y mi valor no ha menguado un palmo, pues tampoco soy medroso. No soy un sujeto desleal o hipócrita, ni un coño de madre, como sostienen los más abusivos y soeces. Es absolutamente falsa esa especie difundida entre el populacho. Es más, me atrevo a desmentir a nuestros más reputados cronistas quienes han hecho eco de cuentos de camino, pues nunca antes la profecía fue traida por voluntad humana. ¿Cómo podemos consentir que Profecía alguna sea objeto de interpretación privada? Es necesario que estéis atentos a la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. Porque ese lamentable incidente del cual dan cuenta las escrituras es apócrifo, os los puedo asegurar. Lo que ocurrió –lo que a cualquiera puede sucederle– fue que me falló la memoria.

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