domingo, 24 de junio de 2007

Los Valores de los venezolanos

(primer borrador para un artículo de opinión escrito por el Dr. Nahím Robles, allá por 1995, creo, y que hoy traigo a cuento por su valor, si se quiere, arqueológico…)


Consultas Siglo XXI, la prestigiosa empresa de investigación social y de mercado fundada por mi entrañable amigo Alfredo Kessler Manjarich, ha realizado recientemente una encuesta cuyos resultados llaman urgentemente a la reflexión. Un grupo de calificadísimos cientistas participó en la elaboración de este riguroso instrumento de consulta popular. Algo más de trescientas cincuenta y ocho mil personas (repartidas en tres categorías: hombres, adolescentes y niños pre-púberes) contestaron las acuciosas preguntas de Kessler, Schmidt & Guanipa. La encuesta, como hemos apuntado, arroja resultados alarmantes: el venezolano se descompone a marchas forzadas. El estudio logra una amplísima visión panorámica de las respuestas típicas que los venezolanos dan a los problemas y cuestiones más álgidas de nuestro tiempo. Creo, sin lugar a dudas capciosas (esas dudas de los enemigos del sistema, de los agitadores de oficio), que se trata del más preclaro esfuerzo de investigación cuyo análisis es indispensable para entender que lo que ocurre es una señal inequívoca de la degeneración progresiva de los sistemas políticos de Occidente, Centro y Sudamérica. Como quiera que sea, ya lo dijo el Dr. Carlos M. Estrada B. : "Esto se lo llevó quien lo trajo". Así pues, conocer y manejar sin ambigüedades, y con buena fe, con espíritu de patriotismo, con sentido de responsabilidad social e histórica, los resultados de esta encuesta, interesa a todos, especialmente a nosotros la clase gobernante, los maestros, religiosos, empresarios y dirigentes vecinales; en fin, a todos aquellos quienes cumplen funciones de liderazgo en la escena parroquial, nacional y hemisférica.
¿Qué piensan los venezolanos, cuál es su actitud frente a las cuestiones fundamentales? Sería absolutamente pedante un intento de síntesis de tan prolífica, profunda y preclara consulta. Lo conveniente sería que se examinasen con detalle los resultados, se analizaran y se discutiesen con acuciosidad, como si se tratase de un problema de seguridad nacional, y, por añadidura, nos sirviésemos de ellos, ojalá, en tanto estímulo a investigaciones futuras.
Por razones de espacio, echemos una ojeada tan sólo a lo que aparece recurrentemente en la mente de los venezolanos ---Quisiera destacar antes de comenzar la reseña estadística, que tan sólo un propósito nos anima en esta labor, la de poner en relieve nuestro más caro principio ciudadano prescrito sabiamente por El Libertador Simón Bolívar: "Moral y luces son nuestras primeras necesidades". Valga, pues, la cita bolivariana.
El estudio de mis entrañables colegas revela una sociedad en la que los individuos han ido perdiendo progresivamente entusiasmo vital, interés, vivacidad y motivación. Ante la pregunta: ¿qué es lo que más a menudo sientes en tu fuero más interno? La mayoría respondió: ¿qué es fuero? Luego afirmaban: “Caligüeva, no más. Provoca irse a otro país.” El venezolano no se valora a sí mismo, no se tiene en alta estima y, en realidad, prefiere no pensar en ello. En lo que hace a la política un 72 % de la población opina que los partidos políticos no los representan; a la vez que un 93 % es de la opinión que aquí lo que hace falta es un caudillo resteado, que ponga mano dura en este bochinche de ortópteros noctámbulos; y no estos partidos que ensucian la calle jurándose la tapa del frasco, cuando en realidad la gente les presta atención tanto y tan seguido como a la bosta de caballo que hiede.
En materia de planificación familiar y control de la natalidad, un 65% de la población piensa que con la puntica dentro y al quinto día, no corremos riesgo alguno, mi amor ---por añadidura he de agregar que todavía la población femenina se traga el cuento de la cabecita, mi amor, como si aquéllo no adoleciera, como lo hace, de hombros. Por otro lado, el 89 % de la población adulta, adolescente y pre-púber del país opina que usar profilácticos es como comerse un helado con papel, el otro porcentaje no sabe, no contesta; esto es, virginidad extemporánea, pues. Tal situación es completa responsabilidad de los gobiernos ignominiosos de la democracia socialista y cristiana, marcada por el populismo tan característica de la década de los setenta. Nuestras chicas poseen un porcentaje de embarazos precoces y en situación de soltería, alarmante, lo cual nos lleva a pensar que en un futuro, en la calle, no nos será fácil distinguir entre madre e hija, lo cual acarreará múltiples y severos problemas de orden público. Por si fuera poco, el venezolano no cree en la familia o en la vida en pareja: su principio fundacional es: “El que coje feas, coge más”. Principio éste observado por algo más del 65 % de la población; al tiempo que el resto expresaba: “no, yo no manejo”.
No es como para quedarse con los brazos en jarra, y volvamos al aspecto político, reparar en el hecho de que la mayoría (70 %) cree que votar es un asunto engorrosísimo que inventó un sujeto bastante ocioso que no ve durante las mañanas de los domingos las carreras de caballos, la Fórmula Uno, el Beisbol Profesional o el Basquet. Las damas no opinan diferente: “¿Cómo ir a votar –sostiene una de entre las encuestadas– si la cola siempre esta larga? Y entonces no te dejan pasar a menos que estés preñada o con un hijo en brazos, los míos ya están grandes y ni modo que me los lleve... Esa es una cosa latosísima.” El dato es importante para entender el fenómeno de la abstención electoral. Aparentemente, la gente no vota porque la última vez que lo hizo se perdió el accidente de Ayrton Senna, la final del campeonato mundial de Badmington o el tres a dos aquel entre Brasil e Italia en el mundial, o bien, porque las várices no lo dejan. En resumen, asuntos impostergables, de interés hemisférico y aun de salud física y mental se interponen, cada vez, al deber cívico de nuestro ciudadano común.
Giovanni Salvatori, uno de los más eminentes cientistas sociales de nuestro tiempo, apuntaba en su libro fundamental Ahí está el detalle (1985), que la democracia carece de viabilidad si los ciudadanos no comprenden y valoran en su justa medida las instituciones sobre las que descansa el sistema. De ello hemos venido hablando con insistencia, no hay duda, el venezolano no cree en lo más mínimo en quien lo representa. No obstante, no es éste un fenómeno exclusivo de nuestro convulsionado país: en toda la América nadie cree en nadie. Una encuesta hemisférica realizada por Kohler & Bros. demuestra que los uruguayos también piensan lo de la puntita, al tiempo que los ecuatorianos sostienen a pies juntillas que todo el mundo es de naturaleza honesta, en virtud de lo cual si un conocido te pide un peso para devolvértelo mañana, hay que dárselo y esperar confiado el cumplimiento de la obligación. Asimismo, los paraguayos apuntan que Beverly Hills 90210 es más entretenida que el Zorro, al tiempo que los bolivianos apuntan que los actores brasileros poseen el don de la ubicuidad, pues son capaces de estar en tres canales a la vez, y en telenovelas distintas.
Esta especie de cortocircuito provocado por el asombro ante una realidad que nos rebasa, la desconfianza por las instituciones y esa decidida, pero aparente devoción por las instituciones democráticas, es el asunto, más importante que debemos afrontar los políticos de avanzada en este final del Siglo XX. Del éxito de tan delicada empresa depende la posibilidad cierta de vida civilizada, mercado de capitales, régimen neoliberal y de seguridad social y deportiva, toda vez que tales potencialidades son indisociables. No perdamos de vista el insigne proyecto bolivariano, y su ineludible prescripción: “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”. Hay que educar para que la gente haga lo prescrito y no lo proscrito. Hagamos de nuestra América una América toda, un continente unido por un mismo idioma y un mismo pensar. Unas mismas convicciones e imaginario –¡-La cabecita, compatriotas! Debemos imponernos vivir en libertad, sólo en la medida en que sigamos este imperativo estaremos en buen camino. Si bien todo apunta a la descomposición, la deconstrución, y la desesperanza aún tenemos un futuro: los niños. Ellos son el presente de nuestro porvenir. Educar es la clave: “Un ser sin estudios es un ser incompleto”, “No a las drogas, sí al deporte”, “O inventamos o nos copiamos”, “El pueblo unido jamás será vencido”, “Hay que oír a los niños”. “no dejemos para mañana lo que podamos hacer hoy” –¡las feas, conciudadanos!