jueves, 28 de diciembre de 2006

Palo por palo no es palo


A su regreso de Caracas, un amigo se le acerca a Ignacio en la barra del bar que ambos suelen frecuentar. Palmeándole la espalda le dice: “tú pareces loco. ¿Cómo te vas de tan bandera y dejas tu carro en El Chocolate a la vista de todos, un viernes?” Ignacio no se tomó la molestia de explicarle, de cualquier modo, él estaba fuera de la ciudad ese día. Si se portó mal fue allá y nadie lo advirtió, especialmente su esposa quien le llevó al aeropuerto y luego se fue a la casa: guardadita, pues. Más tarde, en la segunda parada de la peregrinación al hogar, otro conocido, entre risas, le espetó en la cara: “tremenda rumba, ¿ah? Vi tu carro en Hawaii Kai el viernes pasado. ¿Con quién andabas?”. Esta vez tampoco ofreció explicaciones. Resolvió todo con una sonrisa de Don Juan, pidió dos cervezas más, al tiempo que invitaba a su amigo a acompañarlo, y cambiaba de tema: ”Galarraga pegó dos jonrones, ¿viste?”
Ya en la última etapa de su viaje al apartamento con Hilda, coño, ¿qué está pasando? Pide la cerveza del estribo en la pizzería de Don Pipo, pide cigarrillos y fósforos. Se le acerca otro amigo, sonriendo. Y esgrimiendo pulgar y meñique como de costumbre, le interroga mirándole de reojo con gesto expectante. Él ya sabe, y no va a decir un carajo, ¿en dónde me vieron ahora?